La pavlova es un pastel crujiente por fuera y cremoso, húmedo y ligero por dentro. Su interior se asemeja a la textura de las nubes. Su exterior es elaborado con un merengue francés con algo de almidón, formando un nido que luego se rellenará con nata y se cubrirá de fruta. El merengue lo podemos preparar con antelación, pero el relleno y la decoración habría que hacerlo en el momento de servir, pues la fruta puede humedecerlo y desmoronarse.
Un poco de historia sobre este postre es que surgió con el motivo de una visita de Anna Pavlova en su visita a Nueva Zelanda por los años veinte. La pavlova original es de color blanco, no lleva colorante, pero le he dado un toque rosa para presentarla por el día de San Valentín.